Hay días en que nos toca vestir para más de una ocasión, y es en esos días cuando yo tiro de mis vestidos comodín. Un vestido comodín es fácil de reconocer. Suele ser uno de aquellos que lleva tiempo en tu armario, bastante atemporal, cómodo como pocos. Es, en definitiva, casi como una segunda piel.

Es una prenda que te permite ser tú misma durante horas, pasando por situaciones muy diferentes. Te tiene que transmitir la seguridad suficiente para sentir que encaja con cada actividad de tu día. Pocas prendas consiguen hacerte sentir así en infinidad de situaciones. Es una tarea difícil, muchas prendas son las llamadas pero pocas las elegidas.
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