Lo tenía muy claro: ¡no quería una habitación infantil al uso!. Aún sabiendo que iba a ser niña el rosa en todas sus versiones no era una opción, ni el blanco, ni los tonos pastel.
Reconozco que no siempre es fácil encontrar objetos, tonos, juguetes, mobiliario y detalles que se alejen del mundo cromático dictado por Disney. Y hay que tener mucha personalidad para no dejarse embaucar por las propuestas low cost de grandes firmas que convierten el dormitorio de tus hijos en un espacio impersonal que no se adapta ni a tus necesidades ni a las suyas. Porque al fin y al cabo, es SU habitación pero forma parte de TU casa y tiene que imperar la coherencia y no tener la sensación de entrar en otro mundo cuando cruces la puerta.
Ya habrá tiempo para ello… cuando ellos decidan.
Aunque por experiencia creo que si un niño crece rodeado de cosas bonitas y agradables raro será que cuando sea más mayor (dejando a un lado esa época en la que su vida solo tendrá sentido si es llevándote la contraria e imponiendo su criterio aunque ni él mismo esté de acuerdo con ello) le dé por pintar su habitación de un verde manzana eléctrico (aprovecho para pedir encarecidamente a los señores creadores de colores que borren de su Pantone ese color).
Dicho esto, con la decoración infantil no creo que se nos deba de ir la cabeza con los extremos –tan malo es abarrotar y sobrecargar con mil estímulos que dejan poco espacio a su imaginación como abusar del minimalismo tan puro como poco acogedor y en cierta forma, frío- y apostar por opciones capaces de reunir estética, juego y funcionalidad.
Cuando Berta nació su habitación tenía cuatro cosas contadas, las indispensables para que un bebé de pocas semanas esté a gusto.
No soy de carácter espartano pero preferí crear algo con sentido y esperar a que cada elemento encajara perfectamente en su mini mundo. Enfoqué su decoración como lo hice para el resto de la casa: esperar a que el espacio me hable. No es una ida de olla. Es tan sencillo como sentarse y observar, imaginar y pensar qué es lo que ese espacio te pide. Y hacerse con un buen montón de revistas de decoración que te salvan la papeleta cuando tu cabeza no da más de sí.
Así me evité un montón de ‘mea culpas’ y masilla ‘arregla todo’. Siempre me ha hecho mucha gracia entrar en la habitación de un recién nacido y ver que ya tiene su propia librería con libros, muebles de acceso imposible que no podrá disfrutar hasta pasados unos años, espejos en los que no se podrá mirar, cestos llenos de peluches, cuadros de ositos, estanterías que parecen el escaparte de una juguetería…
Hasta cabezas de animales colgadas de las paredes!!!! Es decir, un despliegue de medios poco prácticos e inservibles.
De momento me voy defendiendo y su inquilina está encantada –y es la envidia de sus amiguitas-
* En próximo post os pasaremos, para quien le interese, las instrucciones para hacer todas las manualidades.
By e.b&co.
Yo soy una de las afortunadas que ha entrado en esa habitación y… a mí me enamoró. Sobre todo por la imaginación de su mamá para crear cositas preciosas y decorar, como ella dice, «con cabeza». Y Berta está encantada con su cuarto porque me lo enseñó toda emocionada… es más rica… pa comérsela.
Me gustaría añadir que, si os gustó la habitación de Berta, os podéis imaginar el resto de su casa; un Hogar confortable y cálido. Gracias Evita por hacerme sentir como en mi casa. Eres una crack como anfitriona y siempre lo paso fenomenal. Te quiero guapa.
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Q bonita la habitación. Es una monada😍
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Verdad? Tiene un gusto la mami…
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Oh!!!!que bonita!!!!me gusta me gusta….muy original y diferente.
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Una habitación preciosa y muy personal.
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Qué buen gusto y qué habitación tan acogedora!
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La de Pablo no se quedarà corta.
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Seguro que la de Pablo no se queda corta.
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Preciosa, a nosotros nos ha conquistado.
Enhorabuena y que la disfrute mucho!!
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Muchas gracias.
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